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Educando en calma

  • Educación emocional
Educando en calma

Vivimos en la sociedad de las prisas, de las rutinas, de la sobre estimulación, del agobio si vemos un hueco libre en nuestra agenda. En definitiva, vivimos en la sociedad a la que le falta tiempo para vivir. Lo peor no son nuestras prisas, sino la manera en la que se las trasladamos a nuestros hijos. Ellos aprenden a vivir con prisa y, lo que es peor, son educados con prisa, sin tiempo y con agobios.

En esta vorágine de agobios, prisas y ‘no me da tiempo’ aparecen cada vez más en internet nos ‘NO’ de la educación: no castigues a tus hijos, no les permitas demasiado, no seas sobreprotector, no permitas que te hable así, no dejes que te grite, pero tampoco le grites tú a él, no pongas límites demasiado restrictivos, no lo elogies en exceso y un infinito etcétera.

Y, al final, más que ayudaros, esos ‘NO’ que escucháis fruto de la sobre estimulación y sobre información, unidos a las prisas y agobios de adultos, recaen en que hagáis, precisamente, todo lo que os piden no hacer: gritáis a los pequeños, intentáis quitároslos de encima a la primera de cambio y, sobre todo, no tenéis ningún tipo de paciencia con ellos.

Menos mal que, ante esto, surgió hace algunos años la alternativa ‘calmada’ de la educación: la conocida como ‘educación en calma’. Una educación que aboga por educar sin prisas y sin todo lo que estas lleva asociado: gritos, castigos, desprecios, reproches o faltas de respeto entre los diferentes miembros de la familia.

Una de las formas más conocidas de educar en calma es la archiconocida ‘Disciplina Positiva’ que se centra, básicamente, en educar desde el respeto, sin gritos ni castigos y teniendo en cuenta las necesidades específicas de cada niño.

Para educar en calma, primero edúcate tú

Llegados a este punto del texto, seguro que son muchos los padres que se animarían a educar en calma mañana mismo. Seguro, se comprarían un par de manuales sobre cómo hacerlo y, al lío desde ya.

Pero, educar en calma requiere mucha más paciencia y atención de la que puedes pensar a priori. Para poder educar en calma a tu hijo, debes estar tú educado en calma. Y eso, a juzgar por las palabras del psicólogo Rafa Guerrero, no ocurre muy a menudo.

Según este profesional, solo un 50-60% de los que hoy son adultos han establecido relaciones de apego seguro con sus padres desde la infancia (puntualizamos que el apego seguro está bastante relacionado con la educación en calma). Si no entras dentro de ese pequeño porcentaje, lamentablemente, a ciegas no estás preparado para ofrecer una educación en calma a tu hijo.

Pero no pasa nada, no has de tirar la toalla. Puedes comenzar a ir a terapia psicológica donde te ayuden a entender qué es eso de la relación de apego seguro y cómo puedes educar en calma a tu pequeño. Y después, quizás, no te vendría mal algún curso sobre Disciplina Positiva o sobre la educación calmada en concreto.

Con todas las claves que aprenderás, estarás lo suficientemente preparado como para ofrecer esa educación que tu hijo agradecerá el día de mañana.

Beneficios de la educación en calma

Aquí una serie de beneficios que aportará a tu hijo trabajar con él desde la calma, aplicando la Disciplina Positiva en casa:

  • «Educar sin gritos ni castigos siempre es una buena idea porque sabemos que los castigos y amenazas tienen un impacto negativo en la autoestima y la confianza del niño», afirma Álvaro Bilbao en su página web
  • Según la misma fuente, los padres y las madres que aprenden a educar en positivo reducen los niveles de estrés y ansiedad
  • De acuerdo a la psicólogo Mariella Vega, la disciplina enseña a los niños y los adolescentes a enfocarse más en la solución que en el problema, permitiéndolo desarrolla habilidades sociales
  • La calma, a su vez, ayudará a nuestros hijos a controlar sus impulsos y a trabajar su concentración
  • «La disciplina positiva prepara a los niños para la vida y no la vida para los niños», asegura Isabel Cuesta, certificada en Disciplina Positiva

 Tiempo de calidad para educar en calma

Aun con esas, a todos los padres que estén decididos a educar en calma hemos de darles un consejo: necesitáis tiempo con vuestro hijo. Pero tiempo de calidad, no de cantidad.

Es necesario que mires a los ojos a tus hijos, que no des respuestas automáticas a sus preguntas curiosas, que juegues con ellos, mucho, y que te centres únicamente en el juego que estáis llevando a cabo, que  converses con ellos con tranquilidad, olvidándote del teléfono, del trabajo, de las obligaciones que llevas a la espalda como adulto.

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